señoritas en ropa interior
secretarias con pistolas de agua
enredadas en cables rizados de teléfono
y una mujer azulada que besa
con ahínco consumista en esta dulce pesadilla
Aquí no hay drama
ni óperas negras, ni estatuas de rencor
hay animales borrachos
risas que paren nubes
grititos de histeria
alientos de doble filo
sustancias prohibidas a degustar
y un licor que cae por sus nalgas
como la sombra de una araña negra
llueven promesas, delirios
y al final del camino
una flor de piedra tierna y desdentada
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