martes, 9 de agosto de 2011

Malestar

Repienso el futuro. Desclavo las brechas de tiempo que como un acero insolente se abrieron entre mis carnes, mis humores, mis viejas rencillas interiores. Desacato a las autoridades en sueños. Intento leer a Faulkner pero no puedo. Intento leer a Thomas Mann y tampoco lo consigo. Lo mismo me ocurre con Bolaño y sus cuentos. Con Bukowski me río y escupo sus versos en forma de anillos de humo, pero no soporto ni una hoja más. Me aburro, el verano a salpicado sus destellos de espuma y arena, y ahora me toca sufrir el vacío, escuchar canciones de moda y engañarme con mojitos en las terrazas del barrio. Este tedio ha convertido a Diana Krall en una choni, y las trompetas de Miles Davis y los rasguños vocales de Tom Waits me suenan como aullidos de mediocridad. Necesito inmolar mis sensibilidad y empezar de nuevo. Necesito dormir hasta que el cielo sea rojo y de mis brazos nazcan tatuajes como pianos salvajes. Necesito arrancar y devorar pedazos del cielo, con dioses incluidos.


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