jueves, 9 de julio de 2009

Días de verano, el manatí y otras lecturas



Hace días que estoy acostado en la cama. Más que acostado, tirado. Me levanto, como algo, me vuelvo a tumbar. Me engancho al ordenata, miro los diarios, me pierdo en la maraña, como días atrás me perdía mirando escaparates, bibliotecas, pinacotecas o sex-shop. El ventilador de techo no para de dar vueltas, como un manatí mi imaginación se desliza por ríos costeros y me siento por momentos en una habitación de hotel de Camboya o Shangai, atado a una máquina de escribir y mandando crónicas al periódico que paga las facturas de este reportero en plan El Americano impasible -muy recomendable para los amantes del género. Pero la realidad es que los gritos y la canícula me sacan de ese frescor imaginativo y me traen a Marqués Viudo de Pontejos.

Estos días en desuso me dan espacio y tiempo para disfrutar de lecturas y cine y alguna que otra borrachera estival. Estoy leyendo un libro de Juan Eslava Galán que recomendó un profe espídico y algo altanero de la facultad que me está gustando por su liviandad y espíritu poco académico: Historia de España contada para escépticos. Terminé El país del miedo de Isaac Rosa y leí Travesuras de la niña mala, una maravilla muy bien narrada y documentada, para que luego digan que no hay buenos escritores de derechas. También di y devoré  con un libro que llevaba años buscando y no encontraba hasta que uno de esos días de desasosiego me lo crucé de casualidad en las estanterías  recién lustradas de una biblioteca pública, Tierno Galván ascendió a los cielos de Pacumbral. En fin, delicias que el verano me brinda y que yo aprovecho con agradecimiento, aunque no todo el monte es orégano, pero de esas hoy ni mu. Así que seguiré retozando como ese manatí que se cruzó en mi pensamiento . 

No hay comentarios:

Publicar un comentario