viernes, 17 de julio de 2009

Emilio Moro


Esta tarde ha sido poco prolífica. Después de gandulear un buen rato en la red y ponerme fino con la comba, he salido a oler la calle un rato. Madrid es respirable a partir de las ocho y media o nueve de la tarde. He subido Preciados y  holgazaneado por algunas tiendas, incluso he hecha el vano esfuerzo de comprar, aunque la final solo me he arrancao con una botellita de Emilio Moro, por esa devoción que poco a poco voy cultivando por el Ribera. La calle estaba ancha de voceríos y claxon. Me he vuelto bostezando, arrinconado por la marabunta salvaje en la que nos convertimos cuando nos agrupamos salvajemente.  Al llegar a casa me he metido la trinchera cósmica de Montero Glez, y ha sido un bálsamo encontrarme, de nuevo, con su prosa. Como el Maestro es lector ávido y navajero me ha puesto sobre la pista de algunas lecturas que me van a levantar la tensión baja por la canícula. Eso sí, acompañado por una buena copa de Emilio Moro. 

1 comentario:

  1. Veo que tienes buen gusto para el vino además de para la lectura ;-) me ha encantado la entrevista, y el blog, aunque no me ha dado tiempo a leer mucho más... por cierto, igual con Monterito vuestra novela sobre Ray Loriga tiene futuro....

    hasta pronto¡ Cris

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