lunes, 14 de septiembre de 2009

Buscando vaginas

Malinowski desmontó el complejo de Edipo haciendo de argonauta por las islas del Pacífico Occidental. Las referencias culturales son más fuertes y  dominantes que nuestra libido, que nuestras pulsiones; algo así dejó dicho el antropólogo  polaco cuando, después de sus trabajos de campo, le metió jarilla al psicoanálisis freudiano. A pesar de  Malinowski y otros tantos, los intérpretes de sueños y antropólogos siguieron sus caminos sin molestarse,  o solo lo justo.

Esto viene a cuento de Sappo. Un amigo que viaja mucho y me cuenta historias y refranes populares y personales, siempre de gran interés y suma vericidad. Me relata, como si de un gran crooner se tratase, sus  vivencias seudobeatniks en Baracaldo; sus experiencias de comuna en Galicia, donde una vez tomó zumo de menstruación e hizo el amor con una vaca, "se llamaba Paciencia, muy limpia y lechosa", me dice cuando se pone romántico y rememora su noche de zoofilia y amor.

Sappo es un tipo guapete y poco tímido. En sus ojos esconde la oscuridad del universo y la inteligencia de las estrellas; aunque un poco perdido, dice estar buscando su sitio: quizá una vaca que lo quiera o una mujer de suprema inteligencia, porque el Sappo es inteligente de aquí a Lima, y por cierto, antropólogo con mundo y experiencia como ya he dicho aquí.

Mira que eres raro Sappo, le digo. "Colegui, voy buscando vaginas temporales, artificiales, esporádicas, permanentes, dichosas..." me dice mientras se sirve una copa de Ribera. "Desde que salí a este mundo lo único que me interesa es encontrar lugares que se parezcan a aquel que abandoné cuando nací. Es como buscar el estado de bienestar por tu cuenta. Acaso tú no buscas refugio?", me dice mientras paladea el crianza con actitud de sumiller.  " Voy buscando vaginas, mis vaginas. Todos buscamos el refugio vaginal. A mi primo le dio por comprar tebeos y ahí está el tío más feliz que una perdiz, treinta y ocho años comprando superhéroes y marveladas y no hay nada que lo perturbea mi hermano Ángel le dió por el alpinismo, allí es feliz, tiene un coño como una montaña", dice Sappo soltando una carcajada por su metáfora gamberra y barata.

Después de una tarde de charla con Sappo y unos vinos en el cuerpo me voy a casa pensando, como siempre que paso un rato con él. Voy haciendo el recuento de mis vaginas, todo un inventario taxativo y vivificante, saltando con la arbitrariedad de la memoria de un momento a otro de mi vida, como dice  Sappo: "rememorando las vaginas que me hicieron sentir bien."


No hay comentarios:

Publicar un comentario