martes, 15 de diciembre de 2009

El árbol


Los días son muy diferentes los unos de los otros, pero parece que pasan como una verborrea rutinaria, sin  prestarles la atención que merecen. Como si el tiempo no mereciera un trato especial. Pero la realidad es confusa y difícil de cuartear. Ocurren miles de cosas a nuestro alrededor y las pasamos  por alto. Desperdiciamos gestos, guiños, miradas que la vida nos ofrece, y las desechamos como el tráfago matutino del mercado. 
Observo y retengo: la retina es un acumulador seudocapitalista. Y los oídos son más capaces que cualquier satélite Obamaniano. ¿Y el tacto? ¿Cuánto tiempo hace que no acaricias el tronco de un árbol?, preguntó un día el Maestro. 

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