domingo, 28 de febrero de 2010

El Copito mallorquín







Vasijas frescas se derriten sobre su cabeza
La arcilla es un mundo inmenso en sus mansos
Pimientos que hablan al partir el lienzo,
aromas comestibles, mediterráneos, olas empalmadas de espuma
e higos abiertos como una vulva rosada y reventona
Cabras partidas por el alma como toros que aman la eternidad
El olor a paella supurando en los cuadros,
arte bruto y unos pulpos planchados en una radiografía
Marx, Engels y Lenin secuestrados en bronce
y Mali, en su mirada acuarelada, es casi difusa
El mono blanco, el Copito mallorquín,
la conciencia y el sentir mediterráneos,
se sienta en la esquina y copula con la verdad,
la abre, la pinta, la deforma... la guisa

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