La arcilla es un mundo inmenso en sus mansos
Pimientos que hablan al partir el lienzo,
aromas comestibles, mediterráneos, olas empalmadas de espuma
e higos abiertos como una vulva rosada y reventona
Cabras partidas por el alma como toros que aman la eternidad
El olor a paella supurando en los cuadros,
arte bruto y unos pulpos planchados en una radiografía
Marx, Engels y Lenin secuestrados en bronce
y Mali, en su mirada acuarelada, es casi difusa
El mono blanco, el Copito mallorquín,
la conciencia y el sentir mediterráneos,
se sienta en la esquina y copula con la verdad,
la abre, la pinta, la deforma... la guisa
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