domingo, 12 de diciembre de 2010

Cuando escribía canciones para ti













A veces recuerdo la época
en la que escribía canciones para ti
y sonreías con ingenuidad de archipiélago
Era como si el mundo fuera
una madeja de sueños que pudiéramos coger
y amoldar a nuestro antojo
Hoy abro el periódico y veo destrucción e ignominia,
mentiras y dinero que enturbian vidas
que podrían haber sido felices y sencillas

Cuando escribía canciones para ti
y desayunábamos croasanes en la cama
y el aroma del café era un sensual despertador,
como en una novelita por entregas,
todo tenía la certeza del vuelo del cóndor
y la longitud de la nieve eterna

Cuando escribía canciones para ti
con alma de puma fornido
y regresaba cada mañana
con la boca atravesada por fuegos y lirios
y me daba una ducha de obsidiana
y te recitaba poemas dictados por los hijos del invierno,
nuestra garganta aun poseía la sonoridad de una Rickenbaker

Hoy veo las noticias por cable:
los cuerpos calcinados son el desayuno,
el llanto del niño hambriento el postre
y la quijada partida de la mujer
es como una obrita de teatro
que estropea la sobremesa
Qué moderno comer en el basural de la desgracia ajena

Cuando escribía canciones para ti
el reloj de pared cantaba las horas
y los cojinetes del tiempo
amortiguaban cada segundo con un amor de lobos
y los besos eran rizos de harina dulce
y las caricias melocotones defenestrados
riéndose de su mala suerte

Hace tanto que no escribo canciones...
debería dejar los periódicos
con sus noticias financieras y sus muertos consagrados
y sus víboras de tinta sibilina orientando mis creencias
y escribir un poema, una canción
o un obituario.

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