jueves, 31 de marzo de 2011

Cielo de cuchillos

















Hay cien mil poemas acariciándome la yugular
Todos son futuras promesas
Hijos de un basural coronados en lavanda
No sé si me esperan sin concesiones
Si están aquí es por algo, me digo
Si están aquí es porque creen en mi montaña acorazada
En la que late una negra inseguridad
Es raro sentirlos tan adentro, entre el hueso y el nervio
Bulto que crece a su antojo como un cáncer dorado de savia extraña
A veces traen insomnios
A veces reyezuelos y estercoleros oculto entre las palabras
A menudo siento que se mueven
Mercurio inasible, luz sagrada
Otras, siento su musculatura como golpes de viento o charcos de enebro
No sé si es porque me gusta la ginebra
O porque provengo de una tierra de hombres donde sus manos son cueros enraizados, arados que arrancan lunas y gritos y sangre y fuego y un baile aceitunado cuando el sueño duerme
No sé si es lícito decir que guardaría cada una de sus muertes
Un cielo de cuchillos cae desde el cielo
Son esos cien mil poemas acariciándome la yugular

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