sábado, 19 de marzo de 2011

La manada













Me reconocí por un instante en la manada
y en su desorden de colmillos afilados
Paso a paso, salto a salto,
yo también viví en la orilla de la lágrima
Oscuridad, luz, oscuridad
es la cadencia extraña de los humores
Noto como los muertos me ayudan a remontar
con sus orificios de risa eterna
La calle tiene un disfraz de selva
porque las estrellas dormitan las farolas
y los rugidos son tatuajes que se meten en el alma
Por allí va la manada,
por donde humean melenas rubias
Cruzan sin mirar el amor de los ojos donde habita la furia
Garras y sigilo, velocidad ámbar
Nadie está a salvo cuando la manada tiene hambre
Nadie saluda a la muerte que anuncia sus pisadas en el portal
donde la lluvia hilvana tormentas,
donde se esconden pedazos de detritus, rugidos y esperanza
La manada, si no te reconoce, te destroza
Es jodida y rencorosa,
como una infidelidad a deshora
La noche en la que me atrapó la manada
era como de estrellas tersas y cristales rotos,
tan sólo me descalcé y me dejé devorar por ella


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