sábado, 18 de junio de 2011

Monstruo

La ducha que cada mañana renueva tu nombre, tu espalda, las esquinas de tu alma, no te librará del monstruo de amor que construímos. Ese bicho extraño amamantado con besos y arrumacos, promesas de obsidiana, miel y delirios es ahora como un río de melancolías que anuncia un sufrimiento de hachas y colirios.
Sin saberlo creamos una mole de ciencias salvajes, un paraíso de gasolinas, aquella mañana en la que yo sentí que bajo la primavera de tu falda dormía una vírgen de vaginas preciosas. Y ahora qué, ¿dónde guardaremos todo aquello construído si nos hemos olvidado de las paredes que durante años vieron crecer con delicadeza las finas pupilas de nuestro amor?
Miro hacia atrás y veo que a cada paso caen pedazos del pecho que bruñimos con el bronce que la vida nos brindaba. A cada paso una fisura, un rímel de odios levantando muros que interpone desiertos y decide que los caminos se separan.
Es injusto, pero no hay fórmula que recomponga las carnes abiertas, los gritos en la cocina..., las lágrimas bailando en el fuego interno de la incertidumbre. A veces pienso que fueron los dioses los que metieron un puñado de infortunios bajo nuestra puerta con la falsa promesa de seguir siendo ellos los arquitectos infames de nuestras vidas.
Apretar los dientes y partirlos en oros es lo que queda en la brecha que dejamos a nuestras espaldas. Descolgar los abrigos que aun conservan nuestras primeras miradas y dejarnos abrazar por las promesas que el neocapitalismo nos anuncia. El mercado también nos pasó factura. Es cierto aquello que nos dijo el viejo maestro, "el amor es el mayor enemigo del capitalismo y viceversa"
Como dos cadáveres recién tirados a las puertas del mundo vacilaremos por las calles, desnudos, sin la pátina amortiguadora de nuestro recién amor arrasado. Ha vuelto la soledad del lobo, la tumba en la que se convierte la gran ciudad cuando el ojo no encuentra flor en la que posarse. Allí veo el monstruo de nuestro amor perdiéndose por alguna frontera. El tiempo sin tiempo ha llegado. También la hora de dormir sobre la almohada de los sueños demacrados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario