jueves, 8 de diciembre de 2011

Hay hombres

















Hay hombres inteligentes, 
pestilentes, seguros, 
ínclitos, soberbios, incautos, 
perezosos, corpulentos, 
sicarios. 
Hay hombres sedientos. 
Hay sustitutivos de hombre: 
animales de sabiduría profana, 
emigrantes de otros cielos, 
como cuchilladas de cloroformo 
con forma de hombre 
que nos son hombres, 
sino apariencias de hombre 
disfrazados con cantos de sangre 
y lucidez de ballena. 
Escupir en el menaje 
de la sabiduría 
es cosa de hombres. 
Llevar pájaros al hogar, 
reclutar enfermedades, 
sacar de quicio a los muertos, 
bailar el pregón 
como si fuera el última vals, 
esas son cosas de hombre, 
también. 
Hay hombres amuleto, 
como Cristo o Mahoma, 
Lennon o Mao 
Hombres en los que depositar 
todas las frustraciones 
del mundo, 
como un esperma decolorado
en la risa que se tragó el universo 
Hay hombres que nacen, 
otros que mueren. 
Hombres con pies de barro, 
con fobias, 
con mentiras colgadas
como órganos frágiles,
con rasgos angulosos
y fecha de caducidad.


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