domingo, 18 de marzo de 2012

Sirena



He intentado partir la noche como a una nuez para encontrar ese rayo de luz que eres y que quiero para mi. Por momentos no sé quién soy, pero sí sé quién eres tú, que has llegado por la carretera salada del mediterráneo a una velocidad de sirena. Por momentos no sé dónde estoy. Por momentos creo que vivo en una ratonera. Sólo pienso en tu cadera de pez modelada al ritmo infatigable de las mareas.   Me sumerjo con el cuchillo entre los dientes para cazarte, mujer animal. Me sumerjo con un pulmón inflamado de amor y el otro eclipsado de hiedra. Me sumerjo sin saber quién soy, buscando reflejarme en tus escamas y deseando reventar mi pecho de branquias o de algas que un día ataré a tu cuello como un collar atravesado de certezas. 
Ahora releo en las estrellas las historias de otros hombres. Recuento los indicios de tu pensamiento de sirena. Mugre de blues serpenteando la arena, algoritmo de olas, latigazos salvajes de humedad esculpidos en tu melena.
De nuevo intento partir la noche como a una nuez. El mundo sigue su arpegio ambulante. Tiempo, batalla fugaz. Hay una cadencia de perlas ensortijada a tus tetas y un bramido de fondo. Bramido de mar como el grito de luz de una luciérnaga. Por momentos no sé quién soy, y alzo mis manos para sostener el cielo, mientras apoyo mis tobillos astillados sobre tu manto de palomas. Eres el mar dentro del mar. Tendré que volver a tatuarme con la firma incesante de la naturaleza. Tendré que volver a tatuarme tu nombre de mujer sirena, mujer pájaro, paloma salitrada, sirena de sirenas, humo de coral, organismo de lucidez que de nuevo me encadena. 

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