miércoles, 5 de noviembre de 2014



Viajar es asumir la luz en movimiento, fúnebre y exacta.
Y descifrar la añada de los árboles exhibiéndose tras el cristal.
Reina en el páramo de rotos azules la lentejuela de fuego.
Las conversaciones huyen desesperadas de sus bocas.
El vagón es un microcosmos de dudosas certezas.
Para que no vuelva, abandono una ola de miradas en cada estación.


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