jueves, 15 de diciembre de 2016

Hierro de aires


Alma, tú que lloras
dentro de mi caverna, 
como fuego vacío de calor,
el que protege y alumbra:
tan frágil sumidero vuela 
y a todos los mares humilla.

Da miedo abrir la mañana
con sus ciegos combates de poder.
En su grito lodazal suena del silencio
la inquina vitalísima. 

Alma ensimismada, idiota turbia
del día que llega anfibia en su voz 
organdí de pasos desanudados
por los pasillos oscuros del dolor,
hace mucho que llevo puesto
del soplo del acantilado su llanto.

Cuándo vas a dejar de repicar,
alma mía, prostituta sutil,
los recados que no sé quién 
te ha mandado hacerme saber.  

En este imprevisible viaje que me lleva a la fosa,
hierro de aires de pájaro imposible. 



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