viernes, 19 de marzo de 2010

Doctrinas


Un día, de casualidad, la invité a sorber con pajita mi corazón,
medalla en el descampado torácico de mi esqueleto
Otro día la bruñí y acomodé
Otro le froté el cuerpo
con friegas de tomillo y miel de riego tecnificado
Después la seguí por Islandia, Arabia, Temuco...
Atravesé el desierto de Joshua Tree,
sentí las calaveras y los guijarros blandos de soledad bajo mis pies,
también los regalos de Ra: fiebres y deshidrataciones
Velé sus horas de sueño,
la protegí del lamento asesino de las balas
Redacté sus rezos y limpié sus llagas
en cuevas de boca de lobo, y consolé su baja autoestima
desde cabinas telefónicas -cuando existían.
Violé Derechos para satisfacer sus neuras y enfermedades
Aprendí a convencer, a persuadir,
a creerme las mentiras que divulgaba en los diarios
Poco a poco, desde las tripas una voz me fue llegando, ultrasonido debelador y perpetuo
Me vi su esclavo
Intenté escapar con un cigarrillo y lo puesto,
pero la lavadora convulsa de sus adeptos
me agarró por los pies y me mordisqueo la barbilla
con ceguera de pueblo muerto
Me pudrí con consignas que yo había abonado
desaparecí con la mentira de amigos y extraños
La Doctrina seguía ahí, viva como el primer día,
alimentada por hombres que me nombraban como a un nuevo Dios.

1 comentario:

  1. Graaaaaaaaande!!!! Me ha encantado. Si no fuese por una o dos líneas que yo hubiese redactado de otra forma, yo diría que clásico instantáneo. Y no es por lisonjear, sino porque queda en mi bote de las poesías particular.
    Enhorabuena!!!

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