martes, 4 de septiembre de 2012

La música habla más que las palabras. Llega a donde nada puede llegar, como un agua infinita, como una criatura con alas que abre su esperanza desde los barrancos del cielo. Por eso las lágrimas se ahogan en lágrimas, porque la música descorcha los recuerdos,  y desinhibe y despega los parches que se han adherido a las paredes con el pegamento del tiempo.   Roza la música el alma como una falda revolotea sobre las piernas cuando se mueve al antojo del viento. Por eso las lágrimas se ahogan en lágrimas, porque el agua es viento, y el viento la música que esculpe el alma. 

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