domingo, 26 de enero de 2014


Esa meada de miradas. La lucidez de unos labios cuando no hay más luz que la que aguarda el interior de la boca. Rímel y lujuria. El pubis de una risa, la sencillez de la mentira, el desacato de unos ojos igual que una lámpara roja. 
Has venido aquí a brillar y a demoler el mundo con tu baile de cinco puntas y tus pestañas peinadas por un diapasón borracho. Alumbras porque la poesía es un animal vivo que no se deja escuchimizar con el paso paso de lo años.

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