miércoles, 5 de marzo de 2014


En arpegios deshilachados deviene la noche. Como un circo carente de sorpresas, abatidas van las estrellas de mi cielo. Locuaces y borrachas voces se estampan en estos ojos desde los que miro. 

Todos los idiotas que a la vez crecieron en mi pecho, todas las voces de agua en las que me hundí, todas las migajas de ternura que un día tiré sobre la mesa como un dado donde duerme el pájaro blanco, se esfumaron. 

El amor es un extraño compañero caminando con pasos desordenados. Ya no me excita la rabia de la noche, ni los tigres balbucientes encerrados en la discoteca de unos pechos. 

En un poema de matemática y delirio quiero vivir. Y en una hogaza de pan echar a crecer mis sueños. Levaduras inciertas, extraños hornos. El lento movimiento de unas manos acariciando el amanecer.

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