miércoles, 10 de septiembre de 2014


El informático intenta arreglar la impresora,
mientras, aprovecho y leo algo de poesía.
'Joven y oloroso, de labios estrechos y
muy pintados es el poema'.
Me pierdo en el encefalograma y
la raiz sonora de sus versos.
A veces creo que lo entiendo todo,
pero es porque no entiendo nada.

Este olor amarillento de la Filmoteca
como de flor enferma.
Libros, películas, lastres. Señoras y
laismos entrando a trompicones.

Surge otro problema, esta vez con un driver, advierte.
Sigo con los poemas. "Lo veo negro, muy negro",
murmulla el informático en un ataque de sinceridad.
Entonces imagino un nardo, un cuervo en 
la orilla inabarcable.
También imagino su piso, su coche -limpísimo-,
su jardin, su novia, su cama. Otro nardo.

Tropas derruidas de multitud esperan,
es ese olor de pétalo sonoro.
Chasquidos de magia en la pantalla.

Salen decenas de tickets de la impresora
como una nieve mecánica.
En uno de ellos sale impresa una foto de U2,
la banda irlandesa que no pudo
acabar con el hambre  en el mundo.
El informático me lo da, sonríe.
Escribo en él unos versos donde aseguro que
"los besos flotan medio muertos"
y ese tipo de cosas que no sé dónde aprendí.
Yo sigo con la creencia de que el informático
lo entiende todo, pero él sabe que no entiende nada.

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