Todos los caminos son posibles.
La nevada del vientre dentro del vientre,
mientras el agua vence las batallas de lo inmenso.
Perder el tiempo en mirar cómo brotan las palabras.
Dar vueltas al vacío del viento con las manos.
De no sé dónde es el lugar desde
el que llega el brillo del hechizo.
Lobo inquieto y barbarie habitan
los celos equiláteros. Una ausencia cada vez
más enorme hace un hueco de miedo en la cama.
En blanco y negro, así se desnuda la noche.
La circularidad de unos ojos abiertos
es igual a la destemplanza de un planeta
en busca de refugios desorbitados.
Aúllan al otro lado de la ciudad.
Sonidos tremendos de los que cuelgan minerales y estraza.
Como una risa amarga y desnuda
descomponiéndose en medio de la nada,
se vive en esta vaga armonía.
Los signos de la noche se olvidan al amanecer.
A la cruda luz de la mañana, todo vuelve a ser frío y verdad.
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