sábado, 5 de marzo de 2016

​ La funda


Desde hace unos meses,
antes de que ella llegue,
limpio el piso y voy a hacer la compra.

Es viernes, el cielo brota
dulce y la saliva suave.
Suele ser el único día que
pierdo en las tareas del hogar.

Cocino algo, más bien poco,
aunque siempre compro vino.

Cuando llega, echa un 
vistazo al salón, se abraza a mi cuello y lo huele. 
Razones suficientes para dar lustre a nuestro mundo.

Siempre cambio las sabanas,
pero dejo sin poner la funda del edredón. 
Entonces ella mueve los labios.
Hace como que se enfada 
en un gesto inimitable.

Se pierde durante unos segundos 
en el cuarto de invitados 
y remueve el armario hasta dar 
con la funda adecuada.

Nos miramos, sosteniendo 
cada uno por un lado
las esquinas de la funda, 
y extendemos, de nuevo
el mapa de las constelaciones.

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