domingo, 8 de mayo de 2016

Esas mañanas mirando por la ventana antes 
de que el sol alumbrase el skyline. 
Me despertaba sobre la triste alfombra de la vida. 
Hombres como sombras saliendo de sus casas para ir a trabajar. 

A medias, la vida a medias. 

Esquinas azuladas una tarde de paseo un día de fiesta. 
Sus ojos de almendra tras el resplandor de las gafas 
sin entender bien qué era el amor. 

Más que escribir poesía, el ideal era llevar una vida poética.  

El anhelo abierto como una operación a vida o muerte. 
El reloj de sus dedos casi adolescentes. 
La boca dulce, la risa blanca que a diario 
yo me empeñaba en subir a un pedestal.

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