Qué más necesitas.
Compras una cómoda,
una mesilla de noche,
una cama y te regalan
una almohada en anacrusa.
Las paredes, desnudas y húmedas,
como un jarro de agua fría.
Te ofrecen una lámina
de un cuadro de Hopper
para que te tires a los
brazos de la cultura.
El wifi del vecino
y un tendedero comunitario.
La poesía a fogonazos,
el frío trenzado subiendo la piedra.
Es la vergüenza de no sentirte libre
en estos días de lluvia.
Vives a tientas
con la sed celeste en los labios.
El reloj interno se descose
junto al pájaro que duerme.
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